Juan Francisco Jimenez JacintoEl telescopio espacial Hubble cumple 25 años en órbita. Es unánimemente considerado por la comunidad científica como el instrumento más importante de la historia de la ciencia. Pero como cualquier otra historia de un gran éxito, la vida del Hubble no está exenta de drama.
Una vez lanzado en 1990, las primeras imágenes recibidas mostraron síntomas de un grave problema en el espejo principal, conocido como ‘aberración esférica’. Al conocerse la noticia, las burlas a la NASA no tardaron en llegar. Se empezó a tachar al proyecto como el mayor fracaso de la ciencia. El desenlace fue inesperado, ya que a veces olvidamos cuánto de ingenioso puede ser el ser humano. Los científicos e ingenieros responsables de este extraordinario proyecto dieron con una solución al problema, como no pudo ser de otro modo, gracias al desarrollo e instalación de un instrumento correctivo.
Para entendernos, a Hubble le pusieron gafas. A partir de allí, lo demás es historia. Ha dado respuesta a algunos de los mayores enigmas de la astronomía y de la cosmología: Gracias a él conocemos la edad del universo, caracterizamos la primera atmósfera de un exoplaneta, vemos cómo nacen las estrellas, y un largo etcétera. Pero si por algo se le recordará será por haber desvelado nuevas y desconcertantes preguntas sobre el universo en el que vivimos, como la existencia de la energía y de la materia oscura.
De hecho, si hace 25 años éramos conscientes de nuestro poco entendimiento sobre el universo, ahora nuestra ignorancia es mucho más evidente. Y, aunque los nuevos retos de la astronomía y cosmología parecen inalcanzables, es muy arriesgado calificarlos de imposibles, ya que no hay que olvidar que el ser humano puede ser extremadamente ingenioso cuando se lo propone.
