Hay veces que en la vida suceden historias que nos enseñan lo fantástico que es vivir y la importancia de los pequeños gestos. Cuatro historias basadas en hechos reales nos dejan sabios consejos.
Todos somos importantes
Un conocido profesor de Universidad preguntó a sus alumnos en un examen…cómo se llama la mujer que limpia esta 6ª planta dónde estamos?
Una chica preguntó si esa pregunta contaría para la nota y él respondió que esa era la pregunta más importante ya que en la vida conocerán a muchas personas y todas merecerán su atención, sonreir y decir “hola”, porque todos somos importantes. La mujer que limpiaba los lavabos se llamaba Lola.
No esperes nada a cambio y lo recibirás
Una noche de lluvia una mujer negra estaba parada en una autopista con el coche estropeado y toda mojada intentaba que alguien la ayudara y la llevara a su destino.
Un joven blanco la auxilió y ella anotó su dirección. Al cabo de una semana sonó el timbre, el joven abrió la puerta y le traían un televisor gigante con una nota que decía: “Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista de Alabama sin conocerme, cuando la lluvia había empapado mi ropa. Gracias a usted pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizando justo antes de que muriera. Con cariño, la señora de Nat King Cole”.
Nunca debemos juzgar a nadie
Un niño de 10 años entró en una heladería:
-¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?
-2€ contestó bruscamente la camarera.
-¿Cuánto cuesta un helado solo?
– 1,75€, contestó la camarera con tono impaciente.
– Quiero un helado solo.
El niño terminó su helado, pagó en caja y cuando la camarera fue a limpiar la mesa, había 0,25€ junto al plato vacío, era su propina.
Dar todo por la gente que queremos
Conocí a una niña de 2 años que se llamaba Lisa, que sufría una rara enfermedad.
Su única posibilidad de salvarse era una transfusión de sangre de su hermano Gabi de 5 años que había sobrevivido a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos. El doctor le preguntó a Gabi si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana… él dijo que lo haría si eso salvaba a Lisa. Mientras se hacía la transfusión, acostados los hermanos en camas paralelas, retornó el color a las mejillas de Lisa. Gabi miró al doctor y le preguntó:
-¿A qué hora empezaré a morirme? Gabi pensó que tenía que dar toda su sangre a su hermana y después moriría y aun así, aceptó.