¡No te engañes; estudiar con música NO compensa!

Juan Francisco Jimenez Jacinto Juan Francisco Jimenez Jacinto

Existe un debate social ancestral entre el USO o NO de la música durante el estudio; primero lo discutimos con nuestras madres en plan: -“Mamá; es que me ayuda a concentrarme“- y, ya en la Universidad, con nuestros colegas.

Si analizamos objetivamente la posibilidad real de estudiar y escuchar música al mismo tiempo nos damos cuenta que resulta imposible hacerlo. Personalmente llevo más de 6 años frecuentando una biblioteca dónde estudian muchos Universitarios y, después de estos últimos exámenes de enero, puedo afirmar que los que estudian con música sacan peores notas que los que no lo hacen. O lo que es lo mismo, hay una relación muy fuerte entre Buenas Notas y No Música durante el estudio; y entre Malas Notas y Música durante el Estudio. Pero no es nada extraño, es lógico que así sea y existen diversas razones:

  1. Multitasking: No, no estamos preparados para ello y cuando hablamos de estudio o de futuros suspensos no conviene poner al límite nuestra capacidad de multitasking. A veces nos ponemos a estudiar una asignatura difícil y si además escuchamos música tenemos a las neuronas compitiendo sobre a qué atender: Música vs. Estudio… y las neuronas elegirán música. Es temerario obligar al cerebro a desdoblarse. La gente que triunfa hace bien una sola cosa; y la hacen muy bien; son los mejores. Si queremos triunfar en el campo de batalla de los estudios debemos concentrarnos a tope, con toda nuestra cabeza. Haced lo que queráis; pero por favor… ¡NO OS ENGAÑÉIS!
  2. ¿Desde dónde reproducimos la música que escuchamos mientras estudiamos?: La música que escuchamos mientras estudiamos procede de diversos elementos tipo smartphones, tabletas, pc, portátiles, etc. elementos que ayudan a la concentración claro está. ¡MENTIRA! Estamos confraternizando con el enemigo. Si escuchamos música desde el teléfono móvil es muy fácil que nos lleguen whattsapps, llamadas, sms, notificaciones de Instagram o Twitter super importantes y que nos desviemos de nuestro estudio. Si lo hacemos desde un ordenador o una tableta las distracciones cobran nuevas formas como vídeos, un capítulo de mi serie favorita del que sólo me faltan 5 minutos para acabar, etc. Mil formas para que no nos enteremos de nada de lo que estamos estudiando. Podemos escuchar música, somos libres, pero por favor… ¡NO OS ENGAÑÉIS! Alguno puede decir el mítico “Yo Controlo” o “No me Afecta“, o “Soy capaz de dominar la música y concentrarme“, etc. os diría con todo el cariño: ¡NO COMPENSA!. Vale la pena convertir el estudio en algo fácil, no en una batalla de autocontrol constante.
  3. Una Hora son 60 minutos: Por definición una hora se compone de 60 minutos. Si de nuestro tiempo de estudio dedicamos unos minutos a escuchar música es tiempo de cerebro que dedicamos a otra cosa que no es estudiar; y no, no tenemos dos cerebros: uno para escuchar música y otro para estudiar. Tenemos un único cerebro con el que podemos elegir si estudiamos a full para aprobar o sacar buena nota o para ir coqueteando con el cateado. Y no nos engañemos, la mayoría de carreras se pueden sacar adelante con estudio y esfuerzo. No pongamos ese esfuerzo en escuchar canciones que no nos ayudaran a entender mejor ninguna materia. Con música nuestra productividad y el nivel de concentración bajan muchísimo. En una actividad de alta intensidad y concentración como el estudio no podemos permitirnos una productividad baja. Las horas de 60 minutos no nos cunden igual con que sin música; haced lo que queráis; pero por favor… ¡NO OS ENGAÑÉIS!
  4. Elegir las Canciones: Cuando escuchamos música nos gusta escuchar nuestra música, elegir las canciones para cada momento, quizá escuchar sólo algunos fragmentos míticos de cada canción y pasar a la siguiente. Este proceso implica una Toma de Decisiones constante para la que utilizamos parte de nuestro cerebro… parte que no estamos utilizando para estudiar. Nos pasamos buena parte del tiempo seleccionando qué escuchar y qué no, o si dejar de escuchar una canción a la mitad. Si hacéis el experimento de montaros en un coche con un joven de 15 a 23 años y cederle el control de la radio (o incluso darle la oportunidad de conectar su propia música vía smartphone) os daréis cuenta que no deja ninguna canción hasta el final. Ya sabéis; haced lo que queráis; pero por favor… ¡NO OS ENGAÑÉIS!
  5. Memoria: Cada vez que ponemos una canción que nos gusta recordamos su melodía, la tarareamos sin querer, nos venimos arriba o, si es una Banda Sonora, podemos recordar fragmentos de la película. Todos estos recuerdos y sensaciones que nos vienen a la cabeza mientras escuchamos música no hacen más que apartarnos mentalmente de la asignatura que estamos estudiando o el problema que planteamos resolver. Podemos fliparnos un poco y creernos que estamos en una peli con  nuestra propia banda sonora, la que escuchamos desde nuestro smarthphone; aunque lo único que vaya a ser de cine va a ser el cate que nos va a caer o el 4,5 que se convertirá en 5 después de llorarle un poco al profesor. Quizá las canciones de Justin Bieber, David Guetta o la Banda Sonora de La Misión han truncado más carreras académicas brillantes que las drogas o el alcohol.

Ya sabéis; haced lo que queráis; pero por favor… ¡NO OS ENGAÑÉIS!

PD: Si alguien necesita apoyo moral para mejorar sus hábitos de estudio y abandonar prácticas perniciosas os puedo animar desde el e-mail [email protected].

concert-336695_1920

Juan Francisco Jimenez Jacinto

Es profesor de Periodismo en la Universitat Abat Oliba CEU