¿Qué pasa que de repente mola Bertín Osborne?

Juan Francisco Jimenez Jacinto Juan Francisco Jimenez Jacinto

Teniendo en España solo el hocico y el oído hay muchas cosas que no entiendo, porque como me dice la gente: “es que no estás ahí”. Esto provoca que muchas realidades que la gente ve como obvias, a mí me sorprendan. Por ejemplo: la victoria de Bartomeu en las elecciones del Barça. Hoy os quiero hablar de uno de estos desconciertos. Hace como unos dos años, en una de mis idas y venidas, oí el siguiente comentario: “oye, pues habéis oído lo que ha dicho Bertín, ¡a mí me ha molado!”. Así, a pelo, sin pudor. Y yo con ojos abiertos y cierta conmoción al ver cómo se dejaba pasar este comentario con connivencia.

Bertín es un noble, magnate del jamón, cantante de rancheras y presentador de shows veraniegos, inseparable de la gomina y latin lover. Efectivamente, esta castiza mezcla polifacética puede ser percibida de múltiples maneras. Pero hasta ahora Bertín era percibido como el Corte Inglés: éxito en múltiples facetas, pero con aroma de Cine de Barrio.

Pero de repente todo esto cambió por gran parte del público. He indagado en el nuevo Bertín, su programa y alguna entrevista reciente y creo que he entendido lo que sucede. Tras ver el primero me pareció que lo más moderno era la canción de entrada de Shake Shake Go. Y sí, ciertamente el programa tiene un formato falsificado y unos invitados con un punto arcaico. Pero a pesar de esto, Bertín consigue seducir.

He oído que Bertín mola por su sinceridad y sencillez en el habla. Y ciertamente, actualmente a diferencia de otros showmans es menos artificial y no cae ni en la grosería de Risto, ni en el empalago de Arturo Valls. Lejos queda aquel Bertín rancio y de frac de Noche de estrellas. A los ojos del espectador se ha vuelto más humano, cercano y un punto remozado. ¡Y ojo! no es solo marketing, tiene pinta que Bertín se lo ha currado.  Y desde esta perspectiva, y sin perder su porte, despacha tertulias y entrevistas, empatizando como pocos en lo importante y sabiendo reírse de las banalidades de la vida.

Este Bertín de nuevos matices ha sabido conectar como nadie con el español castizo medio, huérfano de autoestima cultural. Me refiero a aquel español más continuista que cuando ponía la televisión pública últimamente se acomplejaba; este español ha encontrado al fin un buen vocero. Hay precedentes recientes muy interesantes de recuperación de la cultura trivial. Sirvan de ejemplo los Estados Unidos – salvando las distancias – cuando en los años 90, 2000 se recuperó el honor y la estética de los rodeos, el ejército, el fútbol y la bandera frente a los snobs café latte de la costa este y oeste. Hasta ahora el abanderado de esta España era Tomás Roncero, con el consecuente fail. Bertín con un lenguaje llano y risas, reivindica que es futbolero, amante de la tauromaquia, español y que ha estudiado en la universidad de la vida. Tu has leído a Gramsci, pues él sabe apreciar un buen jamón.

Jordi Évole cuestionado el otro día en el Español sobre la investidura para presidente de gobierno respondió “Creo que la única persona capaz de crear consenso es Bertín Osborne, pero no está muy por la labor”. Ni soy muy fan de Jordi Évole, ni de ver a Bertín en la Moncloa. No obstante, en un momento donde gran parte – no todos- de los parlamentarios escasean de ideas y de vínculo con su votante potencial, mucho votante está ávido de discurso. Discurso y orgullo que les devuelve Bertín cuando tras hacer un poco de choteo se enfrenta a Venezuela, pincha a los sindicatos y critica a la corrupción con vocabulario llano y comparación futbolística. Muchos ciudadanos ven un personaje público que se identifica con su visión de la vida y que defiende sin rarezas una opinión que ellos comparten.  En cierto modo, es un fracaso de parte de la clase política que ciertos ciudadanos encuentren acomodo ideológico en alguien que ni lo ambiciona, ni lo busca. Pero en fin, ahora mismo y para muchos, si no existiera Bertín se debería inventar.

Juan Francisco Jimenez Jacinto

Es profesor de Periodismo en la Universitat Abat Oliba CEU