Daniel Cort¿Quién le diría al Barça del principio de la temporada vigente que a finales de la misma ganaría la Copa del Rey y que dependería de sí mismo para ganar el título de la liga? El 2-8 contra el Bayern en el que fue el último partido de la temporada 2019-2020 hizo tocar fondo a los azulgranas. La situación económica del club tampoco ayudaba. Por si esto fuera poco, su jugador franquicia, Lionel Messi, envió un burofax a la institución comunicando que quería dejar el equipo. Sin duda estaba siendo uno de los peores momentos de la historia del club y nadie hubiera dicho que esto sería el principio de una nueva era.
Por suerte, la directiva consiguió retener a su símbolo futbolístico y decidió fichar a Koeman como entrenador para comenzar un nuevo proyecto. El Barça no tardó en mostrar indicios de que se tenían que amoldar a las nuevas ideas de su nuevo míster. En las primeras jornadas de liga perdió los 3 puntos contra sus dos principales competidores, el Atlético y el Real Madrid. También fue derrotado por el Getafe y empató contra el Alavés, equipos que a día de hoy están en posiciones muy comprometidas de la Liga Santander.
Aunque lo que realmente preocupaba de verdad por aquel entonces no eran sólo la pérdida de los puntos. También preocupaba la forma en que se perdían: sin verticalidad en ataque, juego muy plano y errores graves en defensa. Los de Can Barça acabaron el 2020 en la quinta posición de la competición doméstica y a 11 puntos del líder, el Atlético de Madrid.
Tocar fondo para subir
Durante los dos primeros meses del 2021 los barcelonistas consiguieron encadenar varios partidos ganando pero fueron eliminados de Champions, recibieron un 2-0 en la ida de la semifinal de la Copa del Rey contra el Sevilla y perdieron la final de la Supercopa contra el Athletic. La cueva en la que los culés estaban metidos no mostraba salida.
El punto de inflexión llegó el 27 de febrero en el Sánchez Pizjuán, el día en el que Koeman dio la tecla. El holandés decidió cambiar el esquema del equipo de 4-3-3 a 3-5-2, lo que permitió ganar peso en defensa colocando tres centrales en la zaga, y también conseguir más efectividad en ataque, incorporando a dos carrileros por las bandas que ayudaron al conjunto a ser más vertical. El encuentro se ganó por 0-2 contra un rival directo, el Sevilla. En ese partido se vieron cosas que no se habían visto hasta ese día: más despliegue ofensivo y más seguridad defensiva.
Cuatro días después, los mismos protagonistas se enfrentaron en el Camp Nou en la vuelta de las “semis” de la Copa del Rey. Los de Nervión tenía la ventaja del 2-0 de la ida. Koeman apostó por el mismo esquema que en el enfrentamiento anterior. El Barça hizo un encuentro brillante y se clasificó para la final que ganó el sábado contra el Athletic de Bilbao por 0-4.
Una exhibición de fútbol del Barça
El Barcelona dio en el Estadio de la Cartuja una clara demostración de lo que tiene que hacer cada jugador en cada equipo. El Athletic no dio sensación de peligro en ningún momento del partido y los de Koeman asediaron la portería de Unai Simón. Los “leones” se vieron desbordados en la segunda parte tras el gran esfuerzo realizado en la primera. Los visitantes acabaron el partido con un 77% de posesión y Messi fue el MVP del partido.
El club barcelonés llega a final de temporada en su mejor momento y dependiendo de sí mismo para ganar la competición doméstica tras un principio de año horrible. Koeman ha acabado encontrando la mejor versión del equipo y ha dado minutos a jugadores jóvenes de la casa como Moriba, Riqui Puig o Mingueza, que a día de hoy tiene un papel trascendente en el primer equipo.
