Crisis de la gran pantalla

Salvar el Titanic

El progresivo cierre de cines en Barcelona afecta gravemente al sector, que peligra con desaparecer

Fachada exterior de las salas Balmes Multicines V.O. / AulaNews
Fachada exterior de las salas Balmes Multicines V.O. / Aula News
Andrea De Sentmenat Rivero Andrea De Sentmenat Rivero

Barcelona ha perdido 28 cines en 20 años y eso supone más de los que siguen en pie. Los cines de la ciudad condal amenazan con desaparecer. Esto es, sencillamente, devastador. Los cines se van, aunque ya hace bastante que empezaron su exilio hacia una mejor vida… Pero parece no importar a muchos. La mayoría prefiere acomodarse en el sofá para ver, desde su ordenador, cómo se hunde el ‘Titanic cinematográfico’. Pero, ¿hay alguna forma de salvarlo? Está claro que desde casa no.

¿Será que las grandes pantallas han dejado de impresionar? Hecho motivado quizás por la ausencia de esfuerzo y el exceso de oferta que ofrecen las plataformas streaming, también conocidas como las OTT. ¿O porque la población se ha vuelto sedentaria digital por la pandemia? Está claro que la situación actual no invita a salir, y si no es estrictamente necesario, todavía menos.

 

Crisis persistente

Que el sector del cine esté en crisis es una realidad inevitable. Antes de la emergencia sanitaria, la excusa perfecta para no ir era el precio. “El cine se ha vuelto un plan caro” se suele oír. Sin embargo, de media, una entrada cuesta 6 euros, equivalente a lo que se gastan muchos en otros vicios como el tabaco o el alcohol.

Pero hablemos claro y alto, no se va al cine por pereza. Ya nos habíamos anclado al sillón cuando llegaron las cintas de DVD. Más tarde, con las plataformas digitales empezó a ser evidente que el cine se empezaba a quedar obsoleto. Y el Covid tampoco ayuda. Ahora, ir al cine y que al comprar la entrada te digan que la sala está casi al completo parece una realidad inexplicable. Pero todo se aclara al ver que hay 2 asientos de separación entre los pequeños grupos de espectadores. La reducción de aforos. Y aunque así parezca más seguro, en realidad es económicamente insostenible. ¿Será la situación actual la gota que colmará el vaso?

 

Reinventarse o morir

El cine en general no se ha sabido reinventar, y no me refiero a convertir el mismo establecimiento en otro local con distintas prestaciones. Porque precisamente algunos cines se han convertido en supermercados. Sino, ofrecer algo que una plataforma gigante como Netflix no pueda. Algo más allá de la mera película. Una experiencia para el consumidor, tal y como lo hacen algunas grandes marcas.

Aún así hay cines que lo han intentado. Algunos ofrecen servicios de ‘lujo’ como los asientos reclinables. Otros han decidido ampliar la oferta rescatando películas del pasado. Este es un ejemplo de algunos cines del ‘Grupo Balañá‘, propietarios de una gran parte de las salas de Barcelona. Decidieron ampliar la oferta de películas volviendo a los clásicos de los años 80 y 90 como Jurassik Park, a los ganadores de Oscar como La lista de Schindler y las mejores obras de Christopher Nolan, como El caballero oscuro. Un buen intento de ‘renovarse‘. Aunque no es más de lo que puede ofrecer un Netflix en auge, ya es una ‘novedad’, algo que sale de lo convencional.

Pero eso no es suficiente. ¿Acaso no podrían aprovecharse de los grandes avances tecnológicos para aplicarse a la gran pantalla? Como los hologramas en un intento de ir más allá de las gafas 3D, por ejemplo. Pero no hay dinero o, si lo hay, no interesa invertir en el 7º arte.

Fachada de las salas Balmes Multicines V.O. en Barcelona / Aula News

Está claro que cada tipo de arte requiere de su espacio: el teatro se ve en el teatro —valga la redundancia—, la pintura y la escultura se ven en los museos. Y el cine, en la gran pantalla. Toda esta cultura que ayuda a evadirse de la rutina, es la perfecta combinación de emoción y admiración a la vez que activa el sentido crítico de quien la analiza. Pero para conseguir extraer la absoluta esencia de cada uno, estar en el lugar correcto es necesario. En la película, el Titanic se hunde, pero ¿acaso no podemos cambiar este final en la vida real? La respuesta es sí, pero para ello, para sentir la magia de los 24 fotogramas por segundo, ir al cine es absolutamente imprescindible.

 

Andrea De Sentmenat Rivero

Hola, soy estudiante de Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas. "Eterna aprendiz" es como me defino, siempre con hambre de saber y conocer nuevas ideas.