Oriente Medio

Vigilancia o ceguera, todo depende del lugar

El conflicto entre Palestina e Israel llega a su mayor escalada de violencia en años

Hamas antes de los ataques/ Fuente: Youtube
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“Si la injusticia en el mundo tiene un nombre, ese es Palestina”. Así se expresaba el exdirigente de la CUP David Fernández en 2013. Durante los últimos años ha sido frecuente sentir desde amplios sectores de la sociedad un rechazo a la situación a que Israel ha sometido a los palestinos en Oriente Medio. Y es que, no son únicamente los que se sitúan políticamente a la izquierda los que entienden que el joven Estado judío está sometiendo a una nueva situación de “apartheid” a la población árabe que habitaba el ahora territorio de Israel, antes de su llegada hace casi 80 años.

Pues bien, es cierto que hay un Estado que lleva 70 años engullendo el territorio a otro, eso es innegable. Sin embargo, el que un país invada o ocupe a otro es algo que ha ido sucediendo a lo largo de los siglos desde el inicio de su existencia como tales. A fin de cuentas, los mismos que critican ahora a Israel no dicen nada frente a otros hechos parecidos. Así sería el silencio internacional sobre los campos de concentración de musulmanes en Sinkiang, China, por parte de su gobierno comunista, o la ocupación rusa de la península de Crimea, que lleva años recrudeciéndose.

Asimismo, entre los que miran para otro lado, son dos las grandes potencias que tienen la mayor responsabilidad en los hechos acaecidos en el territorio palestino: Estados Unidos y Reino Unido. El primero, al ser el mayor aliado de Israel por sus intereses geopolíticos y estratégicos ajenos a la crisis actual. Y el segundo, por haber abandonado la zona en conflicto en 1947 con el aumento de la tensión entre musulmanes y judíos por el incremento de sionistas, judíos que creen en la existencia de un estado propio, tras la inmigración masiva que generó el fin de la Segunda Guerra Mundial y el holocausto nazi.

 

Comunidad Internacional

Lo que importa ahora es lo que va a hacer la comunidad internacional al respecto, y la cuestión es que poco, pero ya han hecho algo. Tras este último conflicto este mayo de 2021 entre Hamas, grupo palestino que gobierna en Gaza, e Israel con su entrada en territorio del anterior, hubo líderes mundiales como Angela Merkel, canciller alemana, o Joe Biden, presidente estadounidense, que pidieron al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, un alto el fuego. Esto es lo máximo que han estado dispuestos a presionar. La comunidad internacional no interviene materialmente en conflictos. Y siendo claros, Hamas ha tenido suerte de que Netanyahu, debido a su frágil situación política, haya reculado en menos de un mes.

En este tipo de situaciones, el ‘modus operandi’ de la comunidad internacional es esperar a que el conflicto interno se pacifique o mitigue y, posteriormente, entrar en contacto con el ganador. Es esto lo que ocurrió tras el genocidio en Ruanda de 1994, cuando Francia tuvo la “cautela” de llevarse a los europeos consigo, al igual que en casi todas las guerras civiles e invasiones entre estados a lo largo de los dos últimos siglos.

Aunque cabría destacar la excepción que se produjo en los conflictos ligados a la guerra fría y, actualmente, a partir de la globalización, porque esta inacción está cambiando. Hace falta que ocurra un episodio especialmente extremo para que se consiga una reacción internacional. Por ejemplo, con la amenaza de China de invadir Taiwán o de reabrir un conflicto fronterizo con India se sopesa la posibilidad de que Estados Unidos, Japón o Corea del Sur intervengan militarmente.

En general, esta apatía internacional, acrecentada en España, además de ser opuesta a la idea de la globalización, lo es a todo tipo de lógica. La idea de que nos tiene que importar más lo que pasa a 30 kilómetros que a 30.000 es cada vez más absurda.

Mayo de 2021

Respecto a lo ocurrido este pasado mes de mayo, lo que empezó como un conjunto de desahucios a familias árabes en Jerusalén acabo con Israel entrando con toda su fuerza en Gaza y el Banco Oeste, últimas zonas palestinas en la región. En esta ocasión, la primera agresión arrancó de Hamas con el lanzamiento de más de 4.000 cohetes sobre Israel que se dispararon durante el transcurso de las 2 semanas que duró la pugna. De los proyectiles, menos de 200 llegaron a impactar, pues el sistema antimisiles “Cúpula de Hierro” de Israel paró el 90% de ellos. En cualquier caso, 232 palestinos han muerto, 65 de ellos niños, mientras que apenas 12 israelíes han perdido la vida en el conflicto.

Después de los éxitos militares que ha tenido Israel en los últimos 50 años, el enfrentamiento de Hamas estando en inferioridad numérica y logística fue una temeridad. Israel, por su sistema de jerarquía militar flexible, soldados que pueden tomar decisiones sobre el terreno sin esperar ordenes de burócratas a 7.000 kilómetros de distancia, como sí ocurre con el ejército estadunidense, puede decirse que su ejército es el más eficiente del mundo. Hamas, grupo que nació como organización terrorista hace 30 años no tenía ninguna posibilidad bélica real contra Israel, dejada llevar por las provocaciones, han perdido en su arriesgado movimiento y ahora lo que queda por ver es cuánto territorio habrá sido arrebatado a Palestina esta vez.

Complicada resolución

El conflicto palestino no tiene una fácil solución y cada vez más se presagia un final trágico. Por otro lado, China trata de asimilar las minorías musulmanas en su territorio a través de los campos de reeducación tratando de imponer como religión la adoración al partido comunista. Es algo perverso, más típico de una novela distópica de Orwell que de un estado del primer mundo que respete los derechos humanos. Allí es donde puede que Israel tenga el problema, al ser una democracia moderna que cada vez más se ve aceptada por los países occidentales, no puede lidiar de una forma poco estética con Palestina o le acabara repercutiendo, aún más, en su imagen ante el mundo.

Alejandro Bordoy Sánchez

Estudiante de Ciencias Políticas y Periodismo. Apasionado de la actualidad internacional y con ganas de contar lo que está pasando pasando en el mundo. Enamorado de las novelas y el deporte.