El Festival Sâlmon de Artes Vivas se celebró por 12a vez en Barcelona, desde el 15 al 25 de febrero. La ciudad condal fue testigo de una mirada más profunda frente a lo estético. Entre toda la programación, el mensaje en común fue que el arte no es solo un objeto a ser visto, sino que es provocador de sensaciones y es una herramienta para hacerse presente en la sociedad.
El festival contó con 15 propuestas coreográficas, 6 ponentes dentro del Programa de Pensamiento y 2 sesiones musicales por la noche. Además, al igual que el año pasado, el certamen estuvo comisionado por Andrea Rodrigo y Néstor García.
Maite Garbayo en el Festival Sâlmon
Entre las conferencias destacó ‘Dejar que la cosa se haga por sí sola’, impartida por Maite Garbayo, quien participó por primera vez en el evento. Garbayo es investigadora e historiadora de arte con un enfoque en la relación del feminismo y la cultura visual. La ponencia, que tuvo lugar en el MACBA, atrajo principalmente a jóvenes y adultos involucrados en el campo artístico.
Garbayo ofreció un vistazo a lo que se conoce como Teoría Estética, y sostuvo que el arte visual no es un mero producto, sino que tiene un rol activo y autónomo. “¿Cómo nos afecta la pieza artística? ¿Qué agencia tiene sobre mí y la sociedad?”, cuestionó la investigadora. Además, sugirió que incluso cuando no se comprende a simple vista, la obra puede tener algún mensaje latente. “Hay potencial político en el material”, afirmó.

Yellow Towel
La programación de este año también contó con gran presencia de invitadas internacionales. Entre ellas, Dana Michel, quien se presentó con la pieza ‘Yellow Towel’ en el Mercado de las Flores. En esta ‘performance’ conceptual, la bailarina afrocanadiense representó las vivencias y los estereotipos de la cultura negra a través de metáforas.
En la presentación, la artista se lamentó con la frase “mi pelo no es pelo de blanca”, mientras colocaba pelucas de rizos rubios sobre su cabello. De fondo sonaba una canción de Gospel, con el coro repetitivo de “Aleluya”. Michel utilizó la exploración corporal para contar cómo de niña solía enroscar una toalla amarilla en su cabeza para convertirse en otra persona.
La página web del Festival Sâlmon 2024 describió la pieza como “la intensa excavación de una extraña criatura cuya desconcertante metamorfosis seguimos con fascinación”. De esta forma, la bailarina siguió la idea de que el arte puede ser disruptivo, pues logra visibilizar realidades que no siempre se ven.
