Lejos quedan los tiempos de paz y prosperidad en el futbol español. Estamos ante uno de los momentos más convulsos de la última década a nivel arbitral e institucional. La desconfianza, los escándalos y la guerra de poder entre clubes, federación y estamentos arbitrales han centrado el foco en la polémica institucional más que en el deporte. El caso Negreira, el pique entre el Real Madrid y el CTA, la inestabilidad en la RFEF tras el caso Rubiales o los problemas burocráticos a la hora de inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor, evidencian la existencia de unos tejemanejes y un trabajo tras las sombras que debilita la credibilidad de nuestro fútbol.
El conflicto entre el Real Madrid y el arbitraje es un episodio más en esta lucha por la credibilidad del fútbol español. El club blanco ha denunciado con insistencia mediante su canal de televisión y a través de numerosos comunicados un trato que consideran desigual en las decisiones arbitrales. Sin embargo, este discurso pierde fuerza cuando se recuerda que los blancos han sido históricamente el club español más beneficiado. Sin embargo, eso no impide que los merengues siempre justifiquen tales ayudas recurriendo al `Villarato´ y al `Caso Negreira´ cada vez que se encuentran entre la espada y la pared.
En cuanto al `Caso Negreira´, dicho `escándalo´ se ha vuelto un arma mediática para desprestigiar al FC Barcelona. Hasta el momento no se ha demostrado que los pagos realizados a José María Enríquez Negreira, exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, tuvieran el fin de influir en los arbitrajes. El desembolso del FC Barcelona fue para recibir informes técnicos sobre los colegiados. En un entorno donde el Real Madrid ha mantenido históricamente una relación cercana a los estamentos arbitrales y federativos, con madridistas declarados como Javier Tebas o Rafael Louzán presidiendo La Liga, resulta hipócrita que se acuse al Barça de obtener favores arbitrales, cuando los datos demuestran que, en la última década, el club blanco ha sido el más beneficiado en términos de decisiones clave, expulsiones y penaltis a favo
No sería la primera vez que los árbitros han estado bajo sospecha en España. Durante la época de José Plaza al frente del CTA, las decisiones arbitrales estuvieron marcadas por la polémica y la sensación de favoritismo era constante. Basta con recordar la frase que Antonio Camacho le atribuyó a Plaza: “Mientras yo sea presidente, el FC Barcelona no ganará la Liga”. En aquellos años, el control sobre los árbitros era tan evidente que ni siquiera se molestaron en disimularlo. Si bien el fútbol ha cambiado desde entonces, el caso Negreira ha reabierto viejas heridas y ha dejado claro que aún hay demasiadas sombras en la relación entre el Real Madrid y estamentos arbitrales.
En medio de toda esta crisis institucional, la gestión del fútbol sigue generando problemas innecesarios. La inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor con el FC Barcelona ha sido el último ejemplo del caos normativo que reina en La Liga y la RFEF. El fair play financiero en el futbol español es una herramienta necesaria. Pero si el que lo gestiona es Javier Tebas, este se convierte en una piedra en el zapato para el club culé. Las normas deben estar diseñadas para proteger la sostenibilidad de los clubes, no para convertirse en obstáculos arbitrarios que se aplican con mayor o menor rigor según quién esté al mando.
En cuanto al Caso Rubiales es realmente preocupante ver como el cargo más representativo de la RFEF se rebaja a lo que significó un hecho sonrojante que opacó el meritorio mundial conseguido por la selección española femenina. No es solo la acción en sí, ni el hecho de que el señor Rubiales siga empecinado en negar los cargos por agresión sexual y coacción que la Fiscalía le atribuye. También cabe destacar la reacción de Luis Rubiales y de quienes lo defendieron, tratando de minimizar lo ocurrido y presentándolo como un gesto sin importancia. Que el presidente de la RFEF haya tardado tanto en ser destituido demuestra que el fútbol español sigue anclado en estructuras caducas donde los abusos de poder se toleran. Su caso no es solo el de un dirigente corrupto, sino el reflejo de una cultura futbolística que necesita un cambio urgente para ser más respetuosa con las mujeres.
Estos son los tejemanejes que se gastan en las altas esferas del fútbol español, con Rafael Louzán y Javier Tebas en lo más alto de la pirámide. Respaldados por una prensa con actores secundarios como Josep Pedrerol o Tomás Roncero que no dudan en su cometido de minimizar y blanquear cualquier polémica que pueda cuestionar el prestigio del club merengue. En cuanto a la entidad culé, mientras este `modus operandi´ no cese, seguirá siendo la diana a la que apunten tanto la RFEF como la prensa. Por qué no fue ni José Plaza, ni Aznar, ni Franco. El culpable de todo es el señor José María Enríquez Negreira.