Tras un año y tres meses de gobierno, se puede decir que la política de ‘motosierra’ de Javier Milei empezó a dar sus frutos. A la bajada de la inflación de 25,5% en diciembre de 2023 al 2,2% del pasado enero, se le suma que Argentina lleva más de un año con superávit fiscal y con bonos y acciones registrando precios récord en los mercados internacionales. En este sentido, fue clave pactar con la oposición en ambas cámaras para contrarrestar las minorías absolutas de La Libertad Avanza (LLA).
Desde que Milei asumió la presidencia, no hubo grandes crisis que sacudieron a su gobierno, más allá de fuertes cuestionamientos por sus medidas o por sus abruptas descalificaciones a la ‘casta política’, a ciertos sectores sociales o al periodismo. Sin embargo, el pasado mes de febrero fue el punto de inflexión. La recta final del verano argentino trajo consigo una serie de episodios que pusieron de manifiesto los errores de principiante de un gobierno anti-político que, de vez en cuando, parece olvidar el lugar que ocupa.
La ‘criptomeme’
Todo comenzó el 14 de febrero, cuando el propio Javier Milei difundió en su cuenta de X la criptomoneda $LIBRA, como una innovadora forma de incentivar el crecimiento de la economía. Este anuncio llevó a una ola de frenéticos entusiasmados a comprar el nuevo activo digital que en cuestión de minutos creció exponencialmente, pero que cayó en picado unas pocas horas después. Milei fue blanco de numerosas críticas por haber difundido una “estafa piramidal” que produjo millonarias pérdidas a casi todos los que apostaron por el tuit. En respuesta, el presidente borró el posteo y el 17 de febrero se defendió en una entrevista grabada con el periodista Jonatan Viale en el canal argentino TN, afirmando que había actuado “de buena fe”.
Por un lado, antes que nada, no cabe duda de que, ante el revuelo del ‘Criptogate’, los reclamos de juicio político por parte de la oposición kirchnerista y la izquierda trotskista son cuanto menos hipócritas. Sin embargo, no se puede negar que la falta de certezas sobre importantes ejes de esta polémica, aunque no impliquen necesariamente que el presidente haya obrado de mala fe o de forma ilegal, no dejan de ser casilleros vacíos que intentarán aclarar la justicia argentina y estadounidense.
El “mago del Kremlin”
Esta misma entrevista, en la que Milei tuvo la oportunidad de aclarar la controversia en torno a $LIBRA y calmar las aguas de esta primera crisis, fue también el desencadenante de la siguiente. Si la ‘criptomeme’ ya había encendido la desconfianza en el presidente y su gobierno, su asesor, Santiago Caputo, se encargó de seguir aumentándola. Interrumpiendo espontánea e inesperadamente la escena ante una de las preguntas de Viale, le susurró algo al oído a Milei y forzó al periodista a volver atrás y reformular su pregunta.
Pero no se quedó ahí. El 1 de marzo, durante el discurso de apertura del año legislativo de Milei en el Congreso, Caputo tuvo un tenso cruce con el diputado Facundo Manes. Empezó como un rifirrafe desde el palco de la Cámara Baja, pero luego siguió en los pasillos, con amenazas cruzadas incluidas, que se viralizaron en redes.
El asesor presidencial es una suerte de ‘Rasputín’ para el presidente. A pesar de no ostentar ningún cargo público oficial, es el cerebro detrás de la estrategia de comunicación oficial de La LLA y del ejército de tuiteros e influencers en redes sociales. Es decir, es el apoyo terrenal de “las fuerzas del cielo”. Y, como si fuera poco, Caputo también ejerce su influencia en áreas sensibles como la SIDE (servicios de inteligencia) y la ARCA (Hacienda), que responden a él. Hasta ahora siempre estuvo en la sombra, pero sus recientes irrupciones dan la sensación de que el ego le está haciendo perder el norte, algo que repercute directamente sobre el presidente y el gobierno.
Estos errores no forzados tienen en común que se pagan con pérdida de credibilidad. Y, precisamente, una sociedad que ya ha soportado décadas de decepciones y promesas incumplidas votó masivamente por alguien como Milei, porque parece ser la última esperanza. La última gota antes de colmar el vaso. A pesar de todo, algunas encuestas siguen situando al presidente ligeramente por encima del 50% de aprobación.
Pero no hay que dormirse en los laureles. Quienes vienen a barrer a la ‘casta’ no pueden caer en problemas y discusiones de ‘casta’. Las cripto y las luchas de ego no son los problemas de la gente. Sí lo son la inflación, el empleo y la seguridad. Sobre todo en un año electoral como este, en el que en octubre se renuevan la mitad del Congreso y un tercio del Senado, el oficialismo no se puede dar el tupé de seguir tropezándose solo. Menos aún, cuando le urge reforzar su precaria situación en ambas cámaras. Afortunadamente, como siempre en democracia, la última palabra la tendrá la gente.