Fútbol

Una crisis normalizada

La violencia en las divisiones catalanas aumenta en silencio jornada tras jornada

La violencia en el deporte, una crisis normalizada
La violencia en el deporte, una crisis normalizada. Fuente: FCF
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Uno de los problemas más normalizados en la sociedad catalana y española es la violencia en el deporte, especialmente en el futbol tanto formativo como amateur. En Catalunya suceden recurrentemente altercados violentos, donde fuera de la tensión de los propios jugadores, las familias y aficionados protagoniza actos de violencia física y recurrentemente verbal, donde tanto adolescentes como jugadores de categoría senior se acostumbran a ir a ciertos campos y recibir insultos durante el partido.

Durante el transcurso del año 2024, los medios de comunicación calificaban constantemente la temporada como un año negro, tanto por batallas campales constantes como por agresiones a árbitros. La FCF ha hecho varias campañas simbólicas en defensa de la violencia machista y racista entre otras, pero no ha sido suficiente.

El arbitraje en peligro

El colectivo más afectado son los árbitros. Recientemente, en un encuentro entre la Montañesa y el Hospitalet de 3 RFEF, el linier del encuentro fue agredido al final del encuentro tras el lanzamiento de una lata de cerveza llena, lo que causó una herida sangrante del colegiado y que posteriormente presentó una denuncia. Todo y la correcta actitud de la Montañesa al pedir ayuda para identificar al agresor y sancionarle de manera grave, hay una brecha en dichos castigos donde parte del colectivo arbitral se siente desprotegido, ya que estos hechos son castigados con multas y sanciones deportivas y no entra el ámbito penal en las agresiones.

Una semana después, un jugador de la UE Sabadellenca C, equipo que compite en cuarta catalana, propicio un cabezazo al arbitro en el transcurso del encuentro, quien denunció al agresor ante los Mossos de Esquadra y fue suspendido por la FCF y expulsado por parte del club, mientras dos de sus compañeros fueron suspendidos de manera cautelar a la espera se una posible sanción por haber incitado a que se realizará el ataque. Esta comparación de casos, sumado a otros, nos hace ver que es un colectivo desprotegido y que estos actos pueden suceder en cualquier categoría y ya sea por medio de la afición o por los propios jugadores.

Pau Ramírez, arbitro de 20 años, cuenta las dificultades en ciertos partidos para los árbitros. Asegura que ‘es complicado arbitrar a chicos de categorías benjamín y alevín, no solo por los comentarios que recibimos nosotros, sino también por comentarios a los mismos jugadores de 10 o 12 años. Ramírez, que ha tenido una infancia en el futbol sala catalán y ha llegado a jugar un campeonato de España con la selección catalana sub 16, afirma que ‘cuando mi generación era pequeña, no recuerdo una actitud de los padres o familiares de violencia como la que hay hoy en día, tanto a los árbitros como a los jugadores se les debe dejar disfrutar de su pasión por encima del ganar o no’. También quiere hacer ver que hay árbitros menores edad, por lo que hay que tener en cuenta que un chico de 16 años se puede equivocar, ya que ‘al igual que hay errores en el futbol formativo, los árbitros también se encuentran en ese proceso.

La FCF y la RFEF (Real Federación Española de Futbol), acordaron en el inicio de la temporada 2024/2025 nuevas medidas de cara a la temporada. Una de las más significativas fue que los árbitros menores de edad, llevaran un brazalete identificativo con el objetivo de concienciar a los jugadores, técnicos y aficionados. Para el presidente de la FCF, Joan Soteras, ‘es imprescindible un entorno seguro para ellos, necesitan una protección especial. También declara que es una responsabilidad de todos los que vamos a los campos de futbol, de que respetemos a estas personas porque son los árbitros de mañana.  .Tal y como asegura Medina Cantalejo, presidente del CTA (Comité Técnico de Árbitros), en España se registran 100 agresiones a árbitros anualmente, donde más de un 10% de ellos son menores. El mismo CTA, hace saber que ‘es una práctica que ya se ha llevado en algunas federaciones territoriales y está dando resultados’.

 Territorios hostiles

Otro de los colectivos afectados son los familiares, donde día a día se acostumbra a tener que avisar a los niños y adolescentes de ‘tener cuidado este finde’. Josep López, padre de un jugador de futbol sala, vivió uno de los episodios más violentos de su vida dentro de un pabellón. Todo sucedió en un encuentro de la Liga Juvenil Nacional del Grupo 3, que enfrentaba al Club Esportiu Fustal Vicentí frente al Sala 5 Martorell. Declara que ‘En dicho encuentro el ambiente en la grada estuvo muy tenso, la gente según pasaba el tiempo se encendía más. En una jugada en la que mi hijo discutía con un adversario, un miembro de la grada se asomó en frente de mí para amenazarle de cara a la salida del partido, por lo que se lo eché en cara y al momento un gran número de personas saltaron hacia mí, que con suerte pude salir y no sucedió nada más. El mismo padre, corrobora que ‘en nuestra grada habían niños e incluso un bebe, pero para ellos no fue un impedimento eso’.

Estos sucesos se suelen castigar con multas económicas, pero en pocas ocasiones hay un cierre del pabellón para ciertos partidos, sumado a que las denuncias suelen ser por parte de los afectados y difícilmente existen pruebas para llevarlas a cabo.

La violencia es un problema agravante en el mundo del deporte, que crea un ambiente hostil y ensucia un mundo que debe fomentar el aprendizaje y la competición sana, ya que principalmente el futbol está hecho para el espectáculo y la diversión. La normalización de estos sucesos no puede pasar por alto, cada día hay más personas que utilizan un campo de futbol para mostrar su ira y sus comportamientos irrespetuosos, por lo que es una función de todos denunciar dichos actos y no mirar hacia el otro lado.