Jaime Zablah es el fundador y CEO de la organización salvadoreña La Factoría Ciudadana (LFC), creada en 2017 con el propósito de dar trabajo y reinsertar en la sociedad a las personas previamente involucradas en violencia. Estas se pueden dividir en dos grupos: aquellos que han sido deportados o retornados, y los que salen de los centros penitenciarios.
La LFC se financia gracias a la contribución de múltiples actores. Por un lado, gran parte de este proyecto ha estado apoyado hasta ahora por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta se comprometió en 2024 a aportar 3 millones de dólares durante los próximos 3 años, con la posibilidad de prolongar esta ayuda 2 años más, siempre y cuando se cumplan los objetivos planteados.
No obstante, debido a que la nueva Administración Trump ha congelado las ayudas de USAID a nivel mundial, la LFC ha tenido que buscar nuevas vías de financiamiento en el sector privado. Es aquí cuando el papel de Zablah cobra una vital importancia al ser, también, vicepresidente de una empresa americana de ‘fundraising’ y cónsul honorario de Pakistán en El Salvador. “Esto me permite abrir puertas a través de la diplomacia y el mundo empresarial para apoyar a LFC”, subraya.
Reinserción social
Si algo caracteriza a los pandilleros en El Salvador, sin duda son sus llamativos tatuajes que, muchas veces, son claras señales de lealtad y pertenencia a las organizaciones criminales que integran. Precisamente por este motivo, la organización entiende que, para que los exprivados de libertad puedan reinsertarse en la sociedad, eliminar los mismos debe ser uno de los pilares de su labor.

Zablah explica que dejarles los tatuajes comporta una mayor probabilidad de reincidencia. En cambio, “cuando se los quitas trabajas también la parte psicológica. Al final del proceso, ellos ven un cambio tanto interno como externo”, afirma. Además de la LFC, en El Salvador solo hay una organización más que posee una máquina de láser para remover tatuajes.
Con respecto a este proceso, el CEO y fundador de la LFC aclara que, dependiendo del tipo de tinta, serán entre 6 y 12 sesiones de láser. Sin embargo, antes hay que asegurarse de que no se haya utilizado plástico derretido u otras técnicas para tatuar, comunes en los centros penitenciarios. “En estos casos, la única forma de quitarlos es mediante una cirugía”, explica Zablah.

Reinserción laboral
En paralelo al proceso de remoción de tatuajes, la organización les da la oportunidad de que también se reinserten laboralmente. La LFC dispone de 120 hectáreas de café, en la que los exprivados de libertad trabajan por la mañana y una central eléctrica, en la que trabajan por la tarde. “El gobierno salvadoreño nos manda listas con aquellos que cumplieron condena y van a salir de los centros penitenciarios. Nosotros decidimos a quiénes vamos a incorporar”, asegura Zablah.
Durante 3 meses, agentes sociales de la organización analizan si realmente ha habido un cambio en ellos. En caso de que, pasado este tiempo, se considere que están aptos para ser rehabilitados, se inician los trámites para su reinserción laboral a largo plazo. “Cuando ellos se ‘gradúan’ tras este periodo, algunos son contratados definitivamente por la Compañía Nacional de Electricidad, una empresa privada”, explica el fundador y CEO de la LFC. No obstante, la formación que ofrece la organización salvadoreña incluye también las siguientes carreras técnicas: corte y confección, sastre, barbero y estilista. A los exprivados de libertad que se inclinan por este camino se les da las herramientas para que puedan tener su propio emprendimiento.
Según datos propios, entre el 65-67% no reincide después de pasar por la organización. En contraste, Zablah sostiene que en centros de drogadicción y alcoholismo estadounidenses, la tasa de reincidencia se ubica en torno al 82%. “Nosotros sentimos que nuestra labor, por lo tanto, es más que satisfactoria”, resalta.

Estado de excepción
El 27 de marzo de 2022 entró en vigor el estado de excepción en El Salvador. Si bien fue decretado constitucionalmente por el presidente Nayib Bukele para luchar contra las pandillas tras un pico de 87 homicidios en un día, merece la pena aclarar que se trata de un régimen temporal. Ahora bien, el hecho de que todavía rija hasta el día de hoy ha despertado fuertes cuestionamientos a nivel mundial. “El estado de excepción hizo que los salvadoreños hayamos perdido nuestros derechos”, sostiene Zablah.
En consecuencia, también cuenta que la LFC ha tenido que dar de baja todas sus páginas webs y perfiles en redes sociales por protección al equipo de trabajo. “El gobierno salvadoreño sabe que el trabajo que hacemos aquí es el que deberían estar haciendo ellos”, sentencia Zablah. En definitiva, la ecuación es sencilla: cuanto más y mejor reinserción sociolaboral, menos probabilidades de que los exprivados de libertad migren de forma irregular a Estados Unidos.
Bajo la convicción de que nadie está condenado a ser definido por su pasado, La Factoría Ciudadana pretende cultivar la conciencia de que la seguridad también se construye con oportunidades. Para eso, no alcanza con talentos individuales ni con liderazgos carismáticos, sino con la contribución de todos: empresarios, la sociedad civil, la cooperación internacional y el gobierno. Es por eso que, más allá de un sistema de reinserción a exprivados de libertad, se trata de todo un modelo de sociedad.