+HUMANS: el futuro de nuestra especie

Juan Francisco Jimenez Jacinto Juan Francisco Jimenez Jacinto

Todos conoceréis la historia de Dédalo y su hijo Ícaro. Cómo el artesano fabricó un par de alas para escapar del laberinto del Minotauro, unas alas enormes a base de plumas y cera que las mantenía unidas. Y cómo, desoyendo los consejos de su padre, Ícaro subió cada vez más hasta que el sol derritió la cera y cayó al mar, hacia una muerte azul. Es uno de los primeros relatos sobre esa necesidad humana de transgredir sus límites naturales mediante la técnica, la tékhne, que decían los griegos.

Hoy en día volar ya no nos sorprende. El tráfico aéreo es más que evidente. Pero los retos siguen surgiendo y superponiéndose sin pausa. La técnica (y la tecnología) no parece que vayan a frenar su avance. Uno se pregunta: ¿qué será lo próximo? Pónganse a fantasear: seguramente acierten. Su vecino, pianista, ha decidido añadirse un sexto dedo para hacer auténticas virguerías; el que pasa cada mañana haciendo footing por fin se implantó unos ojos especiales que tienen visión nocturna y ven con una potencia diez veces mayor que la del lince ibérico. Si esto les parece de película, ya no les empiezo a hablar del movimiento ciborg, porque me considerarán loco de manicomio. Pero no invento: ¿qué tal un brazo con un sensor sísmico que te permite sentir cualquier terremoto que se produzca en el planeta? ¿y una antena que permita oír los colores y—agárrense fuerte—recibir vídeos, imágenes o llamadas directamente en su cabeza?

Todo esto, y más, se nos muestra en la exposición +HUMANS, que alberga actualmente el CCCB. Los límites del ser humano de nuevo en la encrucijada. Otra vez a repensarnos, a ver cuál es el futuro de nuestra especie. El transhumanismo emerge cada vez con más fuerza. Las preguntas que nos plantea son las preguntas del futuro (de un futuro no tan lejano). Lo bueno de la tecnología es más que evidente, lo que ha hecho en los campos de la medicina, de la biología, de las comunicaciones. Pero toda luz provoca sombras. ¿Qué pasará cuando tengamos acceso a todo tipo de mejoras técnicas que poder implantar en nuestro cuerpo natural? ¿Qué será de la unicidad de la persona? ¿Será accesible para todos, o solo los pudientes económicamente hablando podrán verse “mejorados”? Son solo algunas de las incógnitas. Temo que la capacidad de fascinarnos se vea menguada cuando un robot pueda ejecutar la novena sinfonía de Beethoven mejor que cualquier humano “corriente”, o cuando un ordenador pueda escribir un libro con la inyección de un software y la imitación de Anna Karenina. ¡Ep, espera! Que eso ya ha ocurrido… Aunque también tengo la esperanza de que lo que transmite un ser humano siga siendo único, más allá de la ejecución de la obra.

Es necesario darse cuenta de lo que está por venir. Porque, amigos, hace ya mucho que nada es ciencia ficción.

#+Humans #Transhumanismo #Cyborgs

Juan Francisco Jimenez Jacinto

Es profesor de Periodismo en la Universitat Abat Oliba CEU