Industria musical

¿Libertad o fama?

Los artistas se ven en la encrucijada sobre si dejar su discográfica podría ser lo mejor para ellos

Estudio de grabación
Estudio de grabación de música de una discográfica / unsplash.com
Carlota  Molina Sánchez-Fortún Carlota  Molina Sánchez-Fortún

Pocas relaciones hay más estrechas que las de artistas con sus discográficas, ¿pero es siempre buena? Lo normal hace 10 años era salir de un programa de televisión y firmar un contrato de varios años o álbumes con un sello discográfico. Pero las cosas han cambiado, y las prioridades de los artistas también.

Al finalizar sus contratos, muchos músicos de todas las edades se están planteando cada vez más seriamente si seguir bajo la presión y las normas de sus discográficas beneficia a su carrera y a su proceso creativo, o si es mejor cambia de estrategia.

Limitación creativa

Uno de los problemas más destacados que se ha dado durante los años entre ambas partes ha sido la limitación creativa. La discográfica puede tomar decisiones sobre la música de un artista sin el consentimiento de este o su aprobación. Estas tienen el control absoluto sobre la distribución, el marketing, el trabajo artístico, etc. Asimismo, también poseen todo el poder sobre la música y la marca del artista según los términos estipulados en el contrato, cosa que a los creadores les hace cada vez menos gracia.

Taylor Swift es un ejemplo de ello. La cantante y compositora norteamericana trabajó durante 13 años bajo la discográfica Big Machine Label Group (BMLG) de Scott Borchetta, empresario. Cuando esta fue adquirida por Ithaca Holdings, del emprendedor Scooter Braun, este vendió las grabaciones de la artista a un fondo de inversión por 300 millones de dólares. Swift entonces publicó en Twitter que “es la segunda vez que se vende mi música sin que yo lo sepa”.

Taylor Swift en Twitter

Sobrecarga de trabajo

Otra de las cuestiones más comunes es la sobrecarga de trabajo. Muchos músicos o bandas eran firmados por una discográfica y se veían obligados a crear, por ejemplo, cinco álbumes en cinco años. Todo ello mientras estaban de gira mundial, prácticamente sin descanso alguno.

Este desgaste ha provocado que muchos artistas dejen el mundo de la música, ya sea de manera temporal o indefinida. O que las bandas se tomen un descanso o se separen, como pasó en 2016 con One Direction. Liam Payne, uno de los miembros de la banda anglo-irlandesa, dejó claro en Daily Mail, periódico inglés, que “One Direction me hubiera matado” debido a la cantidad desbordante de obligaciones.

Dichos contratos no solo limitan la libertad creativa y sobrecargan de trabajo al artista, sino que restringen su libertad y sus beneficios. Gran parte de las ganancias se las queda la discográfica, entre ellas por la venta de música, reproducciones y merchandising, entre otras cosas. Swift dijo haberse sentido coaccionada tanto por Braun como por Borchetta, quien “me amenazó dejándome bien claro que fuera una niña buena y me callara o sería castigada”.

Compañías de gestión

Es por todo ello por lo que muchos artistas consideran empezar su propia discográfica y gestionar su marca ellos mismos, o trabajar directamente con una compañía de gestión. Estas están lideradas por mánagers, personas que, a diferencia de las discográficas, trabajan codo con codo con el artista. Precisamente se ocupan de promocionar sus conciertos, redes sociales, e incluso pueden llegar a ser agentes de contratación.

Las discográficas buscan dinero, no es un secreto, y para ello se centran en lo que ha funcionado hasta día de hoy. Ello limita la creatividad de sus músicos a través de la imposición de ciertas normas. Su único objetivo es que la música de sus artistas sea reproducida en las radios. Pero estas solo tienen sitio para sencillos que encajen en aquel molde invisible que todo el mundo parece alimentar. Ya no hay sitio para lo diferente.

Y esa es el área de actuación de los mánagers, quienes, a diferencia de las grandes compañías como Sony Music o RCA Records, creen firmemente en lo que sus artistas crean. Y más les vale, porque si ellos no triunfan, los gestores tampoco.

Llegados a este punto, muchos músicos que llevan tiempo metidos en la industria, al finalizar sus contratos, se plantean cada vez más seriamente su futuro. Como hicieron The Rolling Stones cuando fundaron The Rolling Stones Records, Prince con NPA Records u Oasis con Big Brother Recordings.

La industria actual

A día de hoy ya no es tan necesaria la figura de un directivo que fiche y haga grande, que, y no nos vamos a engañar, con los recursos que puede ofrecer es más fácil llegar a las masas. Pero ¿las consecuencias merecen la pena? Gracias a las redes sociales, sobre todo en Instagram y TikTok, cualquiera puede crear música y publicarla, cuyo vídeo puede hacerse viral en cuestión de horas y llegar a las manos correctas, cada vez más siendo estas de compañías de gestión.

La cantidad de tareas tampoco es equiparable, pues que las gestione una sola persona o un pequeño grupo supone muchas más horas de trabajo y unas inversiones importantes de dinero, aunque con la tranquilidad de crear libremente. En cambio, con la comodidad de horas de estudio gratis y sin preocupaciones empresariales que ofrecen las discográficas, es mucho más fácil centrarse en hacer música, siempre y cuando sea según el molde preestablecido por estas. Ahí es donde el artista debe preguntarse: ¿prefiero la libertad o la fama?

Carlota  Molina Sánchez-Fortún

3rd grade Advertising, Public Relations and Journalism student. I am interested in books, music, TV shows and travelling.