Los días previos al 19 de marzo, las tiendas se llenan de ofertas, como si la esencia de la paternidad pudiera resumirse en un objeto o una tarjeta a manera de obsequio. El día del padre, era una celebración con cierto peso social y familiar, pero se ha terminado diluyéndose en el consumismo. Loterías, centros comerciales y las grandes marcas lo han convertido en una excusa para fomentar el gasto, como si un billete premiado o una rebaja en colonias pudiera reemplazar el verdadero significado de ser padre.
Antaño el día del padre era festivo en toda España, una fecha de reflexión y para rendir tributo a sus progenitores. Sin embargo, con la reforma del calendario laboral, esta fecha ha ido perdiendo su peso como día no laborable en la mayor parte del país, manteniéndose solo en algunas comunidades como Madrid, Valencia, Murcia, Navarra y Galicia. Esta decisión, aunque justificada con la necesidad de equilibrar los días laborables, ha reducido el impacto social de la celebración, relegándola a un día cualquiera, sin mayor trascendencia que la de una campaña publicitaria. Además que en muchas familias, el día pasa desapercibido o se reduce a un simple “felicidades” dicho a la prisa entre jornada laboral y obligaciones cotidianas.

¿Papá tradicional o papá feminista?
El Día del padre está perdiendo fuelle y un factor a considerar es el cambio en la percepción de los roles familiares. A medida que los modelos de familia evolucionan y la figura del padre tradicional se diluye, el día del padre ya no se vive con la misma intensidad en todos los hogares. La manera actual de afrontar la paternidad ha cambiado y, con ella, también lo ha hecho la forma en que se celebra el 19M.
Un factor como el progresivo boicot al día del padre en España puede deberse a una combinación de factores sociales, culturales y económicos. Entre ellos, uno de los aspectos menos analizados es su proximidad al día internacional de la mujer, celebrado el 8 de marzo, lo que genera una sensación comparativa entre la atención mediática y social que recibe cada festividad. El 8M se ha consolidado como una jornada de reivindicación global, con una fuerte presencia en la opinión pública, manifestaciones multitudinarias y un impacto mediático innegable. Su crecimiento ha dejado a la sombra al día del padre, haciéndolo parecer como una festividad menor, o por lo menos sin un discurso social potente que lo respalde.

Que no se trata de oponer un día al otro, sino de entender cómo la evolución de las prioridades sociales ha desplazado el foco de atención. No es una decisión entre papá y mamá. Quizás el día del padre necesite una redefinición que lo aleje del puro mercantilismo y lo acerque a una reflexión sobre el rol de la paternidad en la sociedad actual, que por un lado se encuentre en aquel que define el movimiento feminista o por otro lado el que defiende el modelo tradicional.
¿Reinventar el día del padre?
En Alemania, el día del padre o ‘Vatertag‘ ha evolucionado en una dirección diferente. Coincidiendo con la festividad de la Ascensión, la jornada se ha transformado en el día de los hombres o ‘Herrentag’, donde grupos de amigos, sean padres o no, comparten actividades al aire libre en un ambiente de camaradería masculina.
Más allá del dato, esto plantea un pensamiento: en España, el día del padre se ha convertido en un trámite comercial sin una identidad clara. ¿Podría revitalizarse dándole un significado más auténtico? En lugar de limitarse a una fecha marcada por el consumo, quizás sea momento de reivindicar la paternidad como un vínculo que merece celebrarse de forma más personal y revivir su significado.
Curiosamente, esta trivialización contrasta con la forma en que se presenta el día de la madre. Con campañas de marketing asociadas a esa fecha que se centran en el amor, el sacrificio y la entrega incondicional. Se nos invita a emocionar a nuestras madres con mensajes entrañables y gestos de gratitud, mientras que el día del padre parece reducido a una oferta de zapatos o una caja de herramientas en descuento. ¿Es esta diferencia un reflejo de cómo la sociedad percibe ambos roles actualmente? ¿Está influyendo a las nuevas generaciones masculinas a no empatizar con una figura paternalista emocional?

No obstante, más allá de la publicidad y del desgaste social, el día del padre sigue teniendo un valor intrínseco que trasciende lo comercial y lo institucional. Aunque la celebración haya perdido fuerza, lo que no cambia es la importancia de la figura paterna en la vida de los hijos. Ser padre hoy es un reto en un mundo que a menudo lo invisibiliza o lo reduce a un rol accesorio. Sin embargo, ser padre no es solo un título ni un día en el calendario: es una construcción constante de vínculos, enseñanzas y afectos. Y eso, por mucho que las marcas intenten venderlo en un envase con descuento, sigue teniendo un valor incalculable.