Cal Gori, se ha convertido en historia de Rubí debido a que tiene más de un siglo de historia. Este bar familiar es el más antiguo de toda la ciudad ha sido testigo de como el tiempo ha modificado la localidad entera, desde sus establecimientos hasta las personas que residen en él. Sin embargo, el restaurante ha mantenido su esencia y tradición siendo un lugar ideal de encuentro para los vecinos.
Fundado en el año 1933 por Gregori Arús, un humilde labrador que disponía de pocos recursos económicos decidió embarcarse en una arriesgada aventura para adquirir un restaurante. Su objetivo era muy complicado y Arús, recurrió a instituciones financieras para solicitar cierto dinero para cubrir el importe del traspaso del local. A pesar de disponer de pocos recursos económicos, siguió adelante y trabajo día y noche para impulsar su negocio.
En el año 1981 el local dio un giro drástico, Cal Gori dejo de ser un bar para pasar a ser un bar-restaurante. A causa de esto al año siguiente se tuvieron que realizar ciertas obras donde transformaron el establecimiento, ampliando la zona de las mesas para albergar más clientes y mejoraron la cocina en todos los aspectos para proporcionar una comida de calidad.
Tradición y evolución
Cal Gori ha permanecido en la misma ubicación en la Avenida de Barcelona, 66, desde la posguerra, cuando se trasladó allí después de que su localización original fuera ocupada por la Falange y Auxilio Social. La ubicación privilegiada de Cal Gori, cerca del centro de Rubí y de la estación de ferrocarril, ha contribuido a su longevidad y popularidad entre los residentes locales.
En el año 2000, entró la cuarta generación. Encabezado Alfred Martí, el bisnieto del fundador y el encargado de la zona del bar y todo lo relacionado con las apuestas del estado. Junto a él está su mujer Xili Malla, la jefa de cocina la cual se encarga de la parte del restaurante y también lleva la contabilidad del establecimiento. “Seguimos la misma línea del restaurante desde sus inicios, queremos que el bar sea un punto de encuentro, donde se puedan hablar y discutir todo tipo de temas”, comenta Xili Malla.
Tras 10 años al mando del restaurante decidieron hacer la última y definitiva reforma del establecimiento, donde se recuperó uno de los comedores principales interiores dejando el mismo suelo hidráulico y el techo de vuelta catalana originario de sus inicios. Según la cocinera y copropietaria, “un comedor muy preciado por las personas que le gusta la arquitectura”.
El comedor no es lo único que se mantiene desde el primer día, sino que también perduran en el tiempo muchas de las recetas que han convertido a este lugar en un referente gastronómico. Platos emblemáticos como los calamares a la romana, los callos o los canelones siguen preparándose con la misma receta original, respetando cada detalle y cada paso de su elaboración. La tradición y el sabor auténtico se han convertido en el sello distintivo de este establecimiento. “Eso si cada vez es más difícil seguir haciendo estas recetas debido a la pluralidad de las personas”, afirma Xili Malla.
Resiliencia y reinvención
Como en cualquier negocio, no todo es de color de rosa. La llegada de la pandemia de Covid-19 supuso un desafío sin precedentes para el establecimiento, que atravesó una de las mayores crisis de su historia. Las restricciones, la incertidumbre y la falta de clientes hicieron que, en más de una ocasión, se plantearan la posibilidad de cerrar el restaurante definitivamente. Sin embargo, el amor por la hostelería y la pasión por su trabajo fueron más fuertes que cualquier obstáculo. “Solo se piensa esto cuando estás muy agobiado, pero se pasa rápido por el amor que le tenemos a la hostelería”, asegura Xili Malla.
Además, durante esta época tan complicada, el restaurante se vio en la necesidad de reinventarse para poder seguir en funcionamiento y atender a sus clientes de la mejor manera posible. Con el objetivo de adaptarse a la nueva realidad, decidieron apostar por la elaboración de comidas preparadas para que los clientes pudieran disfrutarlas en la comodidad de sus hogares. Sin embargo, a pesar del esfuerzo y la dedicación que pusieron en esta iniciativa, la infraestructura y las condiciones de la cocina no eran las más adecuadas para llevar a cabo este tipo de servicio de manera óptima.
Otro ejemplo de su activa reinvención es que, en el año 2021, nació un nuevo reto en Cal Gori, la comida vegana. De la mano de la jefa de cocina Xili Malla, se están realizando todo tipo de comidas caseras, bajo el lema ‘Si ets vegà, aquí pots menjar’.
Actualidad Cal Gori
Cal Gori sigue funcionando en la actualidad a pleno rendimiento, manteniendo vivo su espíritu acogedor. Día tras día, continúa recibiendo a sus clientes de siempre, quienes encuentran en el restaurante un lugar familiar donde compartir anécdotas, ponerse al día sobre la vida y debatir apasionadamente sobre el partido de fútbol que se jugó la noche anterior.
Eso sí, según comenta Xili Malla, “no habrá una quinta generación, todo terminará con la nuestra, ya que son muchos años y es un trabajo muy sacrificado”. Los miembros más jóvenes de la familia han tomado otros caminos distintos, alejados del mundo de la restauración, lo que marcará el cierre definitivo del bar más antiguo de Rubí y el fin de una historia que ha perdurado durante generaciones.