OBESIDAD

La verdadera epidemia del siglo XXI

Aumenta la incidencia de una enfermedad considerada un problema de salud pública que se manifiesta de forma cada vez más temprana

Báscula que marca un peso de más de 120 kg en una persona con obesidad.
La obesidad es un problema de salud pública que puede prevenirse con un abordaje adecuado/ Freepik
Marta Jorge Marta Jorge

La obesidad es una vieja pandemia con la que el sector sanitario convive desde mucho antes de la crisis provocada por el coronavirus. Con o sin la COVID-19, se trata de un verdadero problema de salud pública que unas veces preocupa y otras se normaliza como si fuera una cuestión menor. No obstante, el incremento de las cifras de obesidad sobre todo entre la población infantil ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a considerar este trastorno la auténtica epidemia del siglo.

Las cifras hablan por sí solas. Según la última encuesta de salud en Cataluña, más del 50% de la población de 18 a 74 años y un 35% de los niños de 6 a 12 años tienen sobrepeso. A nivel global, los últimos datos ofrecidos por la OMS indican que la obesidad casi se ha triplicado en el mundo desde 1975. Más de 650 millones de adultos son obesos, como ocurre con más de 340 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años. En declaraciones a AULA NEWS, la nutricionista valenciana Cristina Claver asegura que “aunque es un problema de origen multifactorial, en la raíz del trastorno es frecuente una mala relación con la comida, a la que muchas personas recurren para calmar la ansiedad provocada por el estrés o sus propias frustraciones”.

Obesidad vs. sobrepeso

Tanto en la obesidad como en el sobrepeso se acumula una cantidad excesiva de grasa en el organismo que es perjudicial para la salud. Para diferenciarlos, la OMS usa el Índice de Masa Corporal (IMC). Este valor se obtiene al dividir el peso en kilogramos entre la talla en metros al cuadrado (kg/m2). Según el resultado, una persona se sitúa en el normopeso, el sobrepeso o la obesidad:

⚖️ IMC= Peso (kg)/ talla (m2

🟢 NORMOPESO o PESO NORMAL: IMC 1925 🙂

🟠 SOBREPESO: IMC  25 😰

🔴 OBESIDAD: IMC 30 ☹️

Aunque el IMC se considera un índice de referencia, presenta limitaciones. De hecho, tener en cuenta solo este parámetro para definir obesidad o sobrepeso puede inducir a error. El problema principal es que el IMC se refiere al peso total de la persona, pero no diferencia entre músculograsa, vísceras o masa ósea.  Por tanto, un atleta profesional o un deportista ‘amateur‘ que hace ejercicio regularmente tendrán un IMC elevado sin tener obesidad ni sobrepreso. En realidad, su elevada masa muscular se reflejará en el peso corporal total incrementando el IMC. “Para saber si una persona tiene sobrepeso, ya usamos métodos que estiman el % de masa grasa, como las básculas de impedanciometría o la medición del perímetro abdominal con una cinta a la altura del ombligo”, cuenta Claver.

Origen de la obesidad

En la obesidad, el acúmulo de grasa se produce por un desequilibrio entre las calorías ingeridas y las calorías gastadas con el movimiento o con los distintos procesos metabólicos del organismo. Los malos hábitos nutricionales y la falta de ejercicio han sido los 2 factores más asociados a padecer sobrepeso u obesidad, pero no son los únicos. “También influye la falta de descanso, el estrés, ciertos fármacos e incluso desequilibrios emocionales que hacen que la gente recurra a la comida para compensar su ansiedad o la falta de control”, afirma la nutricionista. Hay enfermedades como el síndrome de Cushing, el hipotiroidismo u otras afecciones crónicas que también pueden causar obesidad o sobrepeso. Por tanto, aunque muchos factores pueden explicar la obesidad, el primer paso a seguir debe ser descartar que esté siendo producida por otra enfermedad.

Balance energético corporal. Si las calorías ingeridas superan las consumidas, la ecuación se desplaza hacia el sobrepeso y la obesidad. El exceso de energía se acaba transformando en grasa
Balance energético corporal. Si las calorías ingeridas superan las consumidas, el resultado será el sobrepeso o la obesidad ya que el exceso de energía se transformará en grasa/ Marta Jorge

Cuidado con los niños

Enfermedades como la diabetes o la hipertensión arterial son más frecuentes en obesos, lo que preocupa especialmente en el caso de la población infantil. Teresa Ribalta, es psicóloga y directora general de la Fundació Orienta, una organización catalana enfocada en la salud mental de niños y niñas. “Trabajamos conjuntamente con pediatras y en los últimos años los casos de obesidad infantil han aumentado entre un 30-40%. Es un problema que se incluye en el plan estratégico 2050 del ‘Clúster Salut Mental de Catalunya‘, cuyos estudios prospectivos indican que estamos ante un problema de salud preocupante”, declara para AULA NEWS.

Los padres son un ejemplo para sus hijos, por eso la dietista subraya la importancia de actuar ya en casa para evitar la obesidad. “Los niños ganan peso por el sedentarismo y por la calidad de los alimentos. Si no hay fruta o verdura en casa, les preparan cualquier cosa”, matiza. Ribalta añade que “la digitalización hace que la gente se mueva menos, así que controlar las horas que un niño pasa frente a pantallas es todo un reto”.

Medida del perímetro abdominal de un niño obeso
Niño con sobrepeso con una cinta que mide el perímetro abdominal/ Freepik

La comida que sirven los comedores escolares genera debate a la hora de prevenir la obesidad infantil. Los requisitos legales que se les exigen varían según la comunidad autónoma. Claver afirma que “los menús son revisados por nutricionistas, pero eso tampoco es garantía absoluta de que lo que se sirve sea lo más saludable”. En los centros educativos la comida debe cumplir con unos % determinados de proteínas, grasas y carbohidratos. Los comedores se ajustan a esos requisitos, pero la calidad nutricional no siempre es óptima porque incluyen alimentos poco saludables, baratos y fáciles de preparar en las cocinas como rebozados o ultraprocesados azucarados. Otro problema frecuente está en las cantidades: “Reviso los menús de comedor de los ‘peques’ para que cenen algo distinto a lo que comieron en el ‘cole’ y generalmente, les sirven demasiada comida”, matiza.

Según el estudio epidemiológico Aladino sobre obesidad infantil, hay padres obesos que no identifican el problema en sus propios hijos, aunque otros sí lo reconocen y consultan rápido. “Hasta la adolescencia los padres nos traen a sus hijos, después son ellos los que consultan preocupados porque quieren desarrollar su identidad y se comparan con otros cuerpos”, explica Ribalta.

Para Claver,  muchos padres sí consideran la alimentación de sus hijos una prioridad“Creen que están bien informados, pero a veces esa información no es la más adecuada”, aclara. De hecho, atiende a diario a padres con inquietudes diferentes. “Los más preocupados por la comida de sus hijos me dicen que les hacen sentirse raros por llevar al ‘cole’ un plátano para merendar. Alimentar bien a tus hijos puede ser un problema cuando socializan”, subraya.

Abordaje híbrido

Hacer frente a la obesidad requiere prevención, fomentando llevar un estilo de vida enfocado en la práctica de ejercicio y una alimentación saludable. Tras descartar una causa médica del problema, Ribalta reclama un abordaje híbrido, combinando la psicología y la actividad física con buenos hábitos nutricionales“Las recaídas en un obeso que solo hace dieta y ejercicio son frecuentes, porque repite antiguos patrones conductuales cuando deja de ir al dietista”, explica. En los niños cree que se suma la permisividad de sus padres: “Muchos educan a sus hijos evitándoles toda frustración. Dejan a su alcance cualquier alimento y les acostumbran a comer solo lo que más les gusta, generalmente comida rica en grasa o azúcar que es lo que seduce a su paladar”.

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Infografía con recomendaciones útiles sobre la fruta
Infografías utilizadas por la nutricionista Cristina Claver en su cuenta de Instagram con fines divulgativos/ Cristina Claver

En cuanto a las estrategias para poner freno a la obesidad, los expertos ofrecen diferentes visiones que coinciden en que la responsabilidad debe ser compartida. Claver es clara sobre el futuro real decreto que pretende eliminar la publicidad dirigida a niños sobre dulces, bebidas y productos azucarados: “No creo que prohibir sea la solución, lo ideal es que la educación nutricional forme parte del aprendizaje de cualquier niño tanto en casa como en el colegio”. Por su parte, Ribalta insiste en no separar cuerpo y mente: “Hay que enseñar a la sociedad a desarrollar músculo mental además de físico. Sin una adecuada gestión de la frustración, acabaremos teniendo mentes flojas y obesas centradas en satisfacer sus deseos sin límites”. 

No es solo cuestión ‘de peso’

Cuando una enfermedad incrementa el riesgo de padecer otros graves trastornos de salud se convierte en algo más que en una mera cuestión de peso.  Un gran problema como este requiere grandes soluciones y la implicación de toda la sociedad.  De momento, de qué forma el sistema sanitario seguirá haciendo frente a las enfermedades crónicas asociadas al sobrepeso es una incógnita.

Los alimentos ultraprocesados ricos en grasas, ‘snacks’ y bebidas azucaradas no deberían ser habituales en una dieta saludable. No obstante, son los padres y no sus hijos los que tienen la última palabra a la hora de llenar el carrito de la compra. Los niños imitan el comportamiento de sus progenitores, de los que esperan afecto y aceptación. Querer lo mejor para unos hijos pasa por darles la mejor educación posible sin descuidar su cultura nutricional. Ese aprendizaje debería empezar en la escuela para continuar en sus hogares, solo después de que sus padres hayan aprendido o reaprendido antes a comer.

Control de peso, dieta saludable y ejercicio, los 3 ingredientes para prevenir la obesidad
Dieta saludable y ejercicio son las dos claves principales para prevenir la obesidad/ Freepik

La receta para una sociedad más sana y saludable requiere ciertos ingredientes imprescindibles. Por un lado, hay que moverse y comprar productos frescos para evitar que los niños recurran a cualquier cosa comestible agradable a su paladar carente de nutrientes; por otro, es hora de nutrir cuerpo y mente, considerando indivisibles la salud mental de la física. Solo con un equilibrio adecuado entre ambas es posible alcanzar el verdadero estado del bienestar.

 

Marta Jorge

Estudiante de Periodismo en la UAO CEU