Licenciada en Medicina, Begoña Otero Vizcaíno (Lugo, 1968) se especializó en la rama de la psiquiatría en 1999 por la Universidad Libre de Bruselas y se formó en logoterapia y análisis existencial. Estuvo trabajando en diversos ámbitos, sobre todo en psiquiatría general, en un hospital de Baviera. En 2009 entró en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu, al principio en la unidad de psiquiatría penitenciaria y después en el hospital de día de Esplugues. Desde 2017 hasta la actualidad, ejerce en el Centro de Salud Mental de Castelldefels (Barcelona) atendiendo todo tipo de patologías, muchas de ellas relacionadas con el uso excesivo de algunas sustancias o dispositivos.
¿Está notando usted un aumento de pacientes jóvenes que vienen a consulta por patologías relacionadas con la tecnología y las redes sociales?
No, no estamos notando de manera específica pacientes que tengan estas patologías, pero sí es verdad que en las personas jóvenes que atendemos, muchas veces vemos una influencia importante en el uso de la tecnología y las redes sociales, dentro de los hábitos que pudieran estar contribuyendo a una generación de malestar.
Desde el punto de vista médico, ¿se puede considerar el uso excesivo del móvil u otros dispositivos como una adicción?
Desde la perspectiva profesional, distinguimos entre lo que es un uso abusivo, que eso se da en muchos casos, y un trastorno adictivo. En este segundo campo, nosotros tenemos más restricción. En la comunidad científica sólo se admiten como trastornos adictivos del comportamiento el juego de apuestas y la adicción a los videojuegos, aunque son cuestiones que todavía se deberían estudiar más a fondo. Relacionado con las tecnologías, para responder a la pregunta, todavía no están identificadas como adicción. Esto se debe a que se estudian más como conductas que influyen en trastornos y los agravan.
“Es alarmante si se percibe un impacto negativo en la calidad de las relaciones interpersonales o en la propia identidad”
¿Dónde está la línea entre un uso correcto de las redes sociales y un uso excesivo o dependiente?
El uso de aparatos electrónicos pasa a ser excesivo cuando se observan consecuencias negativas y problemáticas en el individuo. Algunas consecuencias son malestar emocional, aislamiento en el domicilio o la aparición de otras conductas de riesgo. Encontramos la sobreutilización, cuando se usa el teléfono móvil con una frecuencia e intensidad mayores a lo razonablemente esperado por la edad. De la misma manera, es alarmante si se percibe un impacto negativo en la calidad de las relaciones interpersonales o en la propia identidad del individuo.
Como ha comentado, la adicción a las pantallas no está reconocida como trastorno. Entonces, ¿de qué manera afecta el mal uso de los dispositivos?
Nosotros solemos entender el uso excesivo del móvil como un síntoma dentro de un problema más amplio. La presencia de otros trastornos psicológicos o psiquiátricos está muy presente, sobre todo en los vinculados con el estado de ánimo y dificultades interrelacionales. Muchas veces, la causa se corresponde al aburrimiento de la persona o a la necesidad de establecer relaciones ‘online’ con amistades conocidas u otros.
Se ha identificado que TikTok es la red social más adictiva entre los jóvenes en este momento, ¿qué características definen su éxito y su dependencia?
No sabría decir por qué TikTok es la más peligrosa. Solo conozco algunos estudios que se han publicado con respecto a Instagram y su influencia tanto en el desarrollo de identidad como en el estado de ánimo. Así como la aparición de ansiedad y trastornos de la conducta alimentaria.
“Es importante establecer unas pautas de uso limitadas en el tiempo y en los contenidos”
Durante estos últimos años se ven casos de niños cada vez más jóvenes haciendo uso de aparatos electrónicos. ¿A qué edad considera que deberían comenzar a tener un teléfono móvil?
Es difícil, hoy en día se les da el móvil a los niños cada vez más pronto y muchas veces no tienen las capacidades madurativas a nivel cerebral para mantener a raya los riesgos de excesos del comportamiento. Al mismo tiempo son momentos de cambio, de generar la identidad o establecer relaciones. Cuando demos este paso, es importante establecer unas pautas de uso limitadas en el tiempo y en los contenidos. De esta manera, el joven aprenderá a relacionarse de una manera sana con la tecnología. Por tanto, más que la edad en sí, es el grado de control que hay que ejercer sobre el uso de ese dispositivo.
¿Qué pueden hacer las familias o el entorno para evitar la tendencia de adicción a las redes sociales?
Darse cuenta y poder diferenciar entre lo que es una conducta adolescente normal, joven y cuál está provocada por una adicción. Hay que estar atentos a las señales de alarma, los pequeños cambios ligeros, aunque de forma continuada y que cada vez son más habituales. Muchas veces puede ser el patrón del sueño alterado o comer rápido y mal para ganar tiempo. También es común prestar menos atención a la higiene o abandonar los aspectos importantes de su vida. Además se puede presentar la irritabilidad, un estado de ánimo más variable o la demanda excesiva de productos con un coste económico elevado.