La inteligencia límite es una discapacidad que se da en las personas que tienen un CI situado entre 70 y 85. No es considerado un retraso mental, por ello se dice que viven en tierra de nadie. El no tener rasgos físicos aparentes, en muchas ocasiones, les hace invisibles frente a la sociedad, al igual que les hace sentir incomprendidos por la gente que les rodea, sobretodo, por aquellos con los que establecen relaciones secundarias.
“Tengo inseguridad a la hora de responder, a veces me bloqueo y no sé que decir”. Así es como se siente Cristina, una mujer de 24 años que en primaria se dio cuenta que no era tan rápida asimilando conceptos como el resto de sus compañeros. Una de las características principales de las personas con esta discapacidad es la falta de habilidades cognitivas y personales para enfrentarse a las exigencias del entorno como cualquier otra persona.
El mundo laboral
Para los jóvenes sin ninguna discapacidad intelectual ya es difícil encontrar un trabajo estable y bien remunerado, los borderlines, término moderno para definir a las personas con inteligencia límite, no son la excepción.
Cristina ha contado lo difícil que está siendo para ella encontrar un trabajo digno. “Tras dejar currículums en medio pueblo”, así lo relata ella misma, encontró trabajo en una hípica. Con la esperanza de firmar un contrato laboral, al poco tiempo, se dio cuenta que para una persona con sus capacidades era pedir demasiado. “Me dedicaba a ayudar al hijo del dueño, le grababa como montaba y volvía a mi casa, al final de verano no recibí ni un euro”. Pasado el verano le ofrecieron trabajo por horas los fines de semana, eso si, sin compromiso. La llamaban cuando tenían mucho trabajo. Esta vez, con una paga de siete euros la hora. Paralelamente, mantuvo entrevistas con organizaciones que ayudan a encontrar trabajo a personas con discapacidad. En el momento, está esperando la respuesta del Mcdonalds, parece que todo ira bien.
Su adaptación en la sociedad
Otra de las características de las personas con este handicap es la dificultad de mantener amistades. A pesar de ello, a Cristina sus amigas le han ayudado en todo lo posible, hecho que muestra ella con mucho agradecimiento. Cuando sus amigas empezaron a juntarse con chicos, es decir, en plena época adolescente se sintió fuera de lugar. Ella es una chica tímida, y sufre por que las personas se aprovechen de su inocencia. “En el cole tampoco ha sido siempre fácil, a veces pongo nerviosas a las personas que viven en mi alrededor aunque también entiendo que soy muy cabezona”, afirma Cristina entre risas.
La gente que convive con personas borderlines les dan el nombre de los grandes olvidados, se sabe poco de cómo son y cómo actúan, hecho que incrementa su inseguridad a la hora de adaptarse a la sociedad en todo sus aspectos.
El admirable optimismo
Cristina, quien es plenamente consciente de sus dificultades, nunca a perdido esa sonrisa tan característica suya, así la ha descrito su madre Maria. Para Cristina lo importante en la vida es rodearse de buenas personas, acerca de su handicap ha transmitido lo que siente. “Lo tengo y hacia delante, siempre voy a ser yo misma, no pasa nada si tienes una discapacidad, sigo siendo feliz, no tengo ningún problema”.