Las calles de Barcelona empiezan a notar cada día más las ideas y proyectos de Superilla de Ada Colau. El rechazo a los coches y a todo medio de transporte privado que permita la movilización a gran velocidad por la ciudad ha provocado un gran cambio en la ciudad condal. Un cambio que no acaba de definirse y que ha puesto nerviosos a los ciudadanos que necesitan moverse por Barcelona. Es decir, hay más preguntas sin respuesta que soluciones y con elecciones a la vista no recomendaría confundir al ciudadano.
La ciudad de Barcelona está ahora entre algodones. Los múltiples retrasos de las obras por causas justificadas (la pandemia) o por falta de cálculos en la aprobación y las intervenciones judiciales han retrasado la finalización de estas obras. Ahora el reloj corre y se puede observar los nervios de la alcaldesa, quien parece importarle más los actos de presentación para atraer a los futuros votantes que los ciudadanos que necesitan moverse por su ciudad.
Este proyecto de Colau ha generado enemigos en el sector. Josep Antoni Acebillo, responsable de proyectos urbanos del Ayuntamiento de Barcelona durante la época de Maragall, se querelló contra Colau y Janet Sanz, Segunda Teniente de alcaldía, por supuesto delito urbanístico en la Superilla de L’Eixample. También Salvador Rueda, uno de los pensadores de las Superillas, ha criticado el modelo del ayuntamiento. Un proyecto que busca eliminar los coches bajo la idea de querer hacer una ciudad del próximo siglo. De momento está logrando una ciudad con caos, donde la solución es lo más tradicional: ir andando o tirar de la bicicleta.
Los patinetes eléctricos, de eminencia a estorbo
El patinete eléctrico indicaba ser el medio de transporte privado que triunfaría bajo el proyecto de la Superilla. Se consideraba la solución al coche y la alternativa a la bicicleta, porque su motor permitía desplazarse sin esfuerzo por todas las calles de la ciudad. Desde el comienzo de febrero, el Ayuntamiento ha prohibido introducir los patinetes eléctricos dentro de vagones y buses. Esta decisión ha provocado incertidumbre entre los vecinos, ya que está permitido entrar con un patinete sin motor.
Los meses avanzarán y el proyecto Superilla seguirá adelante. Con elecciones a la vista espero que el Ayuntamiento tenga más presentes los problemas reales de los ciudadanos por encima del populismo.